Aquí estamos, en el año 2020 con todo lo que esto conlleva.
Una locura, un cambio obligado en nuestras vidas. De un día para otro nada es lo que era, la rutina diaria, el trabajo, las relaciones que teníamos con los demás…
Muchos de nosotros nos hemos visto con la necesidad de tomar las riendas hacia un camino distinto del que veníamos transitando hasta ahora. Hemos tenido que adaptarnos a otra forma de trabajar, nos vemos limitados en ciertos aspectos que nunca antes hubiéramos imaginado, el contacto físico con el resto de personas, incluso las más cercanas ya no es lo que era. Pero lo que quizás nos ha llegado a preocupar un poco más ha sido nuestra salud y la de nuestros seres queridos.
Antiguamente cuando alguien del poblado o la tribu enfermaba, utilizaban los escasos recursos de que disponían, plantas, rituales y sobre todo la fe…Fe en que algo o alguien que les iba ayudar a sanar. La cuestión es que de un modo u otro conseguían su propósito, si no fuera así el ser humano hubiera corrido el riesgo de extinguirse. El Didni fue uno de estos grandes protagonistas de la historia, con su fuerza natural, para sanar, para fortalecer, para sembrar y recoger, conectando ambos mundos; tu camino por la existencia (tu mundo), y la energía que crea ese camino para que tú puedas transitar en él.
La protección que obtenemos de este símbolo es proporcional a la conexión que logramos con él.
Cuando lo ritualizamos le damos ese valor que nosotros queremos, consiguiendo esa sensación indescriptible de que forma parte de nosotros. A partir de aquí está en nuestra mano sacarle provecho. Lo enfocamos al área de nuestra vida donde más lo necesitamos; por temas de salud, para que nos ayude a superar alguna enfermedad o simplemente para que nos ayude a no enfermar.
Si tenemos un proyecto empresarial lo utilizaremos para recibir una ayuda extra, nunca viene mal un poco de apoyo cuando emprendemos un nuevo camino, sentiremos más seguridad en nosotros mismos y como ya sabemos, esta seguridad se traduce en buenos resultados comerciales…y tomar excelentes decisiones.
Por supuesto lo podemos utilizar para aumentar el amor propio, ese que a veces dejamos de lado y que es tan importante para ser feliz. Por esta misma regla de tres aumentamos el amor que sienten los demás hacia nosotros, seamos familia, pareja, amigos…
En definitiva, como hemos comentado en notas anteriores, estamos en un momento de máxima desconexión del mundo real. Sumergidos en el avance tecnológico que, en realidad, nos hace retroceder en nuestro instinto natural. Para algunas personas quizás sea ya un poco tarde, pero para otras, como las que leen esta página, aún hay tiempo de reflexionar y actuar a favor de la evolución humana.